—Es la figura de la mujer la que me cuesta mucho trabajo, —dijo el joven aprendiz.
—¿Se te complica por la soltura, la delicadeza y la suavidad que se requiere en los trazos?, —indagó el profesor de dibujo.
—No, en absoluto; no tengo ningún problema con ese tipo de trazos. Más bien, por alguna razón que desconozco, siempre que tengo a alguna de las modelos posando frente a mí, me tiembla demasiado la mano al dibujarlas…
Cuestión de dominar el (im)pulso…
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¡Exacto! Si solo con verlas dan ganas de retocarlas a mano alzada.
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Lecciones de anatomía por sistema Braille
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