Se dice que para llegar al corazón de un hombre lo mejor es hacerlo a través de su estómago.
Por eso, lo que prefiero que me hagan en mi colchón es que me den una comida voluptuosa: empezando por chupar una jugosa fruta roja directamente con los labios, para luego seguir con una buena sopa de, digamos, pechuga fresca y tierna a fin de saborearla con ganas; por fin llega el plato principal, una suculenta ostra para succionar todos sus jugos y sabores. Finalmente, el postre: la ambrosía de aquel higo tierno y jugoso, resbalando por la boca, los sentidos y la pasión.
Y entonces, ya bien satisfechos (y para hacer la digestión correctamente), lo que prefiero en mi colchón, es hacer el amor.
¡Todo un agasajo!