Tengo la nada por mente,
busco sin ver con mis ojos,
hallo tan sólo despojos,
hallo mi voz ya silente.
Muere mi piel de resina,
donde claváronme cables,
fueron mis venas amables,
fueron mi cárcel divina.
Ya que ha pasado la noche,
llega la ansiada mañana,
deja la aurora cansada,
deja olvidado el reproche.
Junto a la dulce alabanza,
bregan los sueños de antaño,
vuelve la vida que extraño,
vuelve la paz, la esperanza.