¡Qué placer es recordar nuestros sueños!
los de aquellos, nuestros años primeros:
queríamos ser médicos, bomberos,
héroes, viajeros, piratas pequeños.
Nunca los mismos cuando hemos crecido:
ahora solo premios y medallas,
objetivos celosos cual murallas,
que siempre nos resultan aburridos.
Lo peor es que aparte de ser extraños
nunca los logramos en abundancia,
y acabamos siendo sus prisioneros.
Por todo esto y luego de tantos años,
yo me quedo con mis sueños de infancia:
esos son los únicos verdaderos.