El soñador pidió ser como el niño.
El niño pidió ser como el delfín.
Y el delfín quiso ser como un sueño.
Esos eran los tres deseos que, sumados, regalaba cada otoño aquel especial hechicero. El mago los miró sonriendo como igualmente sonriendo los despidió:
—Pueden retirarse: desde antes de su llegada ya todo estaba bien.