Habría de arrancarte la cabeza
o estrangularte con mis propias manos,
aplastarte como a un pobre gusano
y olvidarte a morir bajo la tierra.
Sacarte los dos ojos de sus cuencas
y dejar tu cerebro destrozado.
No parar hasta haberte mutilado:
acabar por completo con tus fuerzas.
Si el por qué de esta desquiciada afrenta
cuestionas abrazado en el espasmo,
blandiré la idiotez como respuesta:
No tengo explicación alguna hermano,
la razón se va y la locura llega…
extraño es el comportamiento humano.