“He aprendido a bordar la vida con las agujas del reloj” —le dijo Cunchillos a Tarazona entre juegos y guerras en los campos, mientras en las noches el tiempo implacable y veloz borda las horas de los siglos, los cuales pasan sin darnos cuenta entre recuerdos de juegos y los que se fueron de los campos, entre nuestras raíces y en la idea de nunca volver a separarnos.