Siempre quise nacer como un gnomon inalterable, marcando las horas estoicamente conforme el sol avanzara de un lado a otro de la bóveda celeste. Pero nací hembra, ¡qué desgracia!, y lo que deseaba fuera un prominente, resultó en hendidura. Entristecí en demasía… Hasta que el bondadoso padre tiempo me asignó una tarea ejemplar: ser un hermoso reloj de sol inverso, paseando mi rayo de refulgencia de un lado a otro de una bóveda humana.