Casi todas las noches imaginas al atractivo vecino de al lado vistiéndose, desnudándose, incluso acariciándose. Solo un delgado muro los separa de sus intimidades. Lo interesante es que mientras tú te masturbas con inocencia, tu vecino de abajo, ese cerdo degenerado quien de verdad sí te escucha, llega al orgasmo al mismo tiempo que tú.