En una pequeña casa
vive una hermosa petisa,
es toda llena de encantos,
porta una bella sonrisa,
y tiene tan pura su alma
que a lo lejos se divisa.
Me cuelo por sus ventanas,
mi mente se las ingenia.
La asedio por callejuelas
para obsequiarle una venia.
No les diré más; tan solo
que ella se llama Cardenia.
Adentro de esa morada
vive quien mi amor gobierna:
cuatro paredes cómplices
de la doncella más tierna,
con quien un día contraje
mi felicidad eterna.